El sector eléctrico afronta la actual situación como una oportunidad para amplias y contundentes reformas. Se habla de la Reforma del sector electrico ya desde hace meses o incluso años, pero ahora parece que va en serio.
Empresas como Mercadona ya han tomado la delantera en cuanto a la instalación de puntos de recarga para automóviles eléctricos en España. Pero eso es solo una pequeña parte de los cambios que se van a generar en la infraestructura que el campo del motor y el sector de lo eléctrico reconoce que necesita.
Veremos muchos cambios de cara a una mayor penetración, de la movilidad para las cero emisiones, de un nuevo género de sistemas, de desarrollos en cosas tan vitales como puedan ser, por ejemplo, a lo largo del año de seiscientos ochenta y tres puntos en comparación con precedente, un amplificador de banda ancha, y en todo tipo de material eléctrico. Todo va a ser afectado en el sector eléctrico.
En el actual enfoque de sostenibilidad es donde se encuadran las nuevas estrategias empresariales. Ahí tienen cabida los puntos de recarga. Y es que hoy en España hay en estos instantes cerca de siete mil doscientos puntos de recarga públicos. Pero hablemos, no solo de los puntos de recarga eléctricos, sino de la reforma de todo un sector.
RETAIL Y ENERGÍA, UNA RELACIÓN LÓGICA
Aparte de Mercadona, otra compañía de supermercados que ha apostado por esto es la valenciana Consum. Ya en el mes de diciembre firmó un pacto con Endesa para la instalación de ciento diez puntos de recarga en cincuenta y cinco de sus supermercados. Otro operador de la distribución, si bien en un caso así distanciado de la nutrición, es Media Markt. Esta empresa el año pasado asimismo suscribió un pacto con EDP que incluía la instalación de estos puntos en los parking de sus tiendas.
La ley de cambio climático
Ya formaba una parte de las prioridades del Ejecutivo y el compromiso era remitirla a las Cortes a lo largo de los cien primeros días, más la crisis de la covid-diecinueve ha retrasado la aprobación del anteproyecto de esta ley. Pero ya el Consejo de Ministros «previsiblemente» va a dar luz verde al texto. Se pretende que España cumpla los compromisos internacionales de lucha contra el cambio climático, como el Pacto de la ciudad de París.
El último boceto del texto plantea múltiples objetivos concretos: en dos mil treinta las emisiones de gases de efecto invernadero deben reducirse, cuando menos un veinte por ciento. En esa data, el treinta y cinco por ciento del consumo final de la energía deberá ser de origen renovable. En el caso del sistema eléctrico, la presencia renovable en dos mil treinta habrá de ser de por lo menos un setenta por ciento.
En el trámite parlamentario se prevé que aumenten estas metas. Podemos han señalado que han pactado con el Partido Socialista que, a lo largo de esa tramitación, el propósito global de recorte de emisiones para dos mil treinta pase del veinte por ciento al veintitrés por ciento. Además de esto, conforme ese pacto, el consumo final de energía de origen renovable para esa data tendría que llegar al cuarenta y dos por ciento.
Asimismo el porcentaje de renovables en el sistema eléctrico se acrecentará y va a pasar al setenta y cuatro por ciento. Estas cantidades son las que figuran ahora en el plan de energía que el Gobierno ha mandado a Bruselas. Mas el texto abre la puerta a que toda esta batería de objetivos puedan ser revisados debido a las obligaciones internacionales del país.
Por otro lado, los grandes responsables de las emisiones de gases de efecto invernadero, están en el punto de atención. Por una parte, se regula el veto a las nuevas explotaciones de hidrocarburos desde la aprobación de la ley y de la discutida técnica de la fractura hidráulica. Por otro, se apuesta por un plan de desinversión estatal, si bien sin un calendario específico.
¿Ha llegado el momento de reformar el mercado eléctrico marginalista?
La reforma del mercado eléctrico se ha calificado como imprescindible para hacer las inversiones precisas y así cumplir con los objetivos de descarbonización. Pero eliminar el mercado eléctrico sería regresar a la verticalización del suministro eléctrico, que tan ineficiente se probó a lo largo de los años ochenta. Recordemos que fue, por ese motivo, descuidada en el mundo entero con las reformas que se pusieron en marcha a lo largo de los noventa.
La solución pasa por apostar por subastas entre el sistema eléctrico y los inversores. Así, de esta forma establecer remuneraciones competitivas que reflejen los costos medios de cada tecnología. De paso tendrán que aportar certeza a las compañías sobre la restauración de sus costos. Una reforma en esta dirección es condición precisa para la transición energética.
Otra vez nos planteamos en España una reforma del ámbito eléctrico. ¿Es esta la penul…?
El funcionamiento del ámbito se fundamenta, en esencia, en lo estipulado en la ley de mil novecientos noventa y siete. En lo que se refiere a lo que comprendemos por reforma, o sea, alterar y crear nuevos impuestos, la electricidad, no es una salvedad.
La forma de funcionar de la regulación eléctrica está formado por una serie de condicionantes, que la transforma en una estructura con poca claridad para los ciudadanos. Su administración diaria es difícil para la mayor parte de las compañías que operan en este ámbito.
En el caso de los regulados, el funcionamiento siempre y en toda circunstancia ha estado considerablemente más enfocado en fijar un «precio justo» de la electricidad y no en crear cambios estructurales precisos para regular un funcionamiento eficaz y competitivo. Mas la electricidad no debe avanzar a una reforma más. Y menos a una que trate de formar nuevas cargas tributarias.
El ámbito eléctrico debe servirse de una refundación completa. Porque las nuevas tecnologías desde dos mil dieciocho no guardan relación con lo que se aplicó entonces en la ley de mil novecientos noventa y siete. Hoy en día, somos participantes de un periodo de disrupción en el campo energético. Con la llegada de la digitalización y la inteligencia artificial a toda la cadena de valor del ámbito eléctrico, las compañías van a apreciar un cambio radical en su configuración y relación con un cliente del servicio que está listo para supervisar el consumo de su electricidad.
No deseamos los ciudadanos restricciones para autoabastecernos. El arbitraje del ámbito no puede ser un bloqueo a esta transición tecnológica, y en nuestros días lo es. La reforma precisa en dos mil dieciocho debe dar sitio a una refundación en las bases del campo. Es preciso que el mayorista de electricidad tenga una profunda redefinición, y haya una diferencia de los mercados de potencia y energía, para ir fortaleciendo el papel de los mercados en un plazo corto a fin de que se reduzca la volatilidad y se anime la inversión por medio de un coste fiable.
La refundación debe poner al usuario en el centro. La conclusión de esta refundación podría representar que el coste de la luz sea por lo menos un veinte por ciento más económico. La tendencia ha de ser de manera permanente a la baja. Y al unísono se puede progresar radicalmente el servicio eléctrico y su percepción. Con una nueva ley de no más de 100 páginas se puede refundar y facilitar el ámbito eléctrico.