FOSTER + PARTNERS diseña el futuro con alma vintage y mente robótica

¿Puede la arquitectura retrofuturista salvarnos del presente? FOSTER + PARTNERS diseña el futuro con alma vintage y mente robótica

Todo empezó con una maqueta lunar y una idea imposible: construir en la Luna con impresoras 3D. 😮 Sí, lo leí bien. No era ciencia ficción, aunque olía a celuloide sesentero. Era un proyecto real de FOSTER + PARTNERS, el mismo estudio que diseñó la catedral tecnológica de Apple en Cupertino y ahora se atreve a levantar estructuras en el vacío extraterrestre. En ese instante, entendí que no estaba frente a simples arquitectos. Estaba ante una especie de alquimistas digitales que mezclan el aroma del pasado con los materiales del mañana. Y eso, francamente, me voló la cabeza.

La primera vez que escuché hablar de Foster + Partners pensé en rascacielos y lujo, pero estaba equivocado. Lo que encontré fue una visión arquitectónica tan cargada de diseño futurista como de memoria y humanismo. Su arquitectura no solo imagina el futuro, sino que lo habita. Y lo hace con un lenguaje híbrido, casi poético: estructuras monumentales que parecen salidas de una novela de Asimov, pero construidas con materiales reciclados, plantas autóctonas y sensores que respiran.

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Origen: Foster + Partners

La belleza del mañana está hecha con los errores del ayer.
“El diseño no se impone, se adapta como el agua.
“Cada edificio de Foster + Partners es una cápsula del tiempo con Wi-Fi.”

Cuando un rascacielos es más verde que un parque

Tomemos el caso de la nueva sede de JPMorgan Chase en Nueva York. A primera vista, es solo un coloso de acero en Manhattan. Pero al observarlo de cerca, uno descubre que no es un edificio, sino una tesis. Con 97% de materiales reciclados, será el primer rascacielos net‑zero de su tipo en la ciudad, y completamente eléctrico. Lo han erigido sobre las cenizas del edificio anterior como un ave fénix urbano. Y ahí está la paradoja que tanto me seduce: la torre del futuro tiene pies en el siglo XIX, pilares que recuerdan a las viejas estaciones de tren, cuando viajar era un arte y no una tortura con escáner de cuerpo entero.

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La torre no solo respira aire limpio; piensa, analiza datos en tiempo real, ajusta su consumo energético con IA y sensores IoT, y se deja patrullar por un perro robótico que no ladra, pero escanea.

Spot, el perro que escanea el futuro

Sí, esto ocurrió. En el sitio de Battersea Power Station, apareció Spot, el perro robot de Boston Dynamics, equipado con sensores láser que vigilan obras más rápido que un capataz hiperactivo. Pero no, Spot no sustituye obreros, los libera. Se encarga de las tareas más pesadas, peligrosas o repetitivas, dejando a los humanos las decisiones más sensibles. Hay algo profundamente retrofuturista en ver a un robot caminar entre ladrillos y grúas, como si el futuro hubiera llegado, pero con botas de seguridad y casco.

Cyclops: el oráculo digital de la sostenibilidad

Y mientras tanto, en sus laboratorios digitales, Foster + Partners desarrolló Cyclops, un plugin gratuito que democratiza el análisis ambiental. ¿La mejor parte? No necesitas ser ingeniero ni tener un software de la NASA: cualquiera puede simular el comportamiento climático de un edificio en tiempo real. Es como si hubieran decidido abrir el grifo del conocimiento en vez de convertirlo en oro de Silicon Valley.

La herramienta ha sido tan efectiva que ganó un premio de CIBSE a la innovación en diseño sostenible, y está siendo adoptada por despachos de todo el mundo. Porque si algo ha entendido este estudio, es que el diseño no debe ser exclusivo, sino expansivo.

Diseño inclusivo sin etiquetas

Y hablando de expansión, aquí viene la joya de la corona: su apuesta por la inclusión arquitectónica. No es una moda ni una respuesta políticamente correcta. Es una forma de pensar el espacio desde otras perspectivas sensoriales. Con VARID, su sistema de realidad aumentada, simulan cómo se perciben los edificios para personas con baja visión o movilidad reducida. No diseñan para “los otros”, diseñan con ellos.

En colaboración con Sociability, revisaron cada rincón del Imperial War Museum, no para cumplir normas, sino para entender la experiencia humana completa. Y eso, disculpad que me emocione, es arquitectura con alma.

Retrofuturismo en Marte… o en Beijing

La Torre Z6 en Pekín parece extraída de un decorado de Kubrick, pero es bien real. El primer edificio de oficinas de gran altura en China con certificación Net Zero Carbon Outstanding. La eficiencia es digna de un circuito de Fórmula 1: un 47% menos de emisiones gracias a ascensores regenerativos, ventilación inteligente y gestión energética predictiva. El 53% restante se compensa con renovables externas. Es decir, un edificio que no contamina ni un gramo durante su operación. Ni siquiera al encender el aire acondicionado.

Lo que me resulta más poético es que, con toda su ingeniería de precisión, esta torre no busca parecer futurista. Lo es. Pero lo lleva con la sobriedad de quien no necesita demostrar nada.

Bloomberg, el edificio zen del capitalismo

Otra muestra de este virtuosismo retrofuturista es la sede europea de Bloomberg, una mezcla de templo zen, máquina de precisión y laboratorio ecológico. Desde sus techos pétalos con miles de LED hasta sus sistemas de ventilación pasiva y recolección de agua gris, todo respira una lógica circular. No hay aquí gestos grandilocuentes, solo una orquestación casi invisible del confort y la eficiencia.

¿Y si el futuro está en la Luna?

Volvamos al comienzo: la Luna. Foster + Partners se alió con la NASA y Branch Technology para construir una torre lunar con impresión 3D. Utilizan regolito —el polvo de la superficie lunar— como material base. No es una maqueta; es un proyecto en fase avanzada, presentado en la exposición From Earth to Space and Back. Y no puede haber nada más retrofuturista que eso: usar la arena de otro mundo para construir el hogar de mañana.

Este proyecto recuerda a los sueños de los años 60, pero con una diferencia: ahora la tecnología existe para hacerlos realidad. La estética es espacial, claro, pero la funcionalidad es terrestre: aislamiento térmico, protección contra radiación y modularidad extrema.

¿Arquitectura o literatura construida?

Porque al final, lo que hace Foster + Partners no es solo arquitectura, es narración espacial. Cada edificio es un relato: del pasado que respeta, del presente que mejora y del futuro que anticipa. En sus formas curvas hay algo de nostalgia, como si sus estructuras quisieran recordarnos que lo verdaderamente moderno no es olvidar lo anterior, sino transformarlo.

Y quizás esa sea la gran lección: no se trata de levantar pirámides de vidrio o templos de acero, sino de construir lugares donde la humanidad pueda vivir mejor, más libre, más consciente. En tierra, bajo el mar, o en la Luna.


“El futuro ya está aquí. Solo que todavía no tiene código postal.”

“Diseñar para todos no es una consigna, es una necesidad humana.”

“El pasado es el mejor arquitecto del mañana.”


¿Y tú?

¿Vivirías en una casa diseñada para el espacio exterior?
¿Trabajarías en una torre que respira y piensa como tú?
¿Preferirías un edificio con historia o uno que te cuenta el futuro en tiempo real?

Puede que no tengamos aún colonias lunares, pero gracias a Foster + Partners, el futuro ya empezó. Y lo mejor es que aún huele a madera, acero reciclado y un poco de nostalgia.

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